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Yo solo soy una hija de la Diosa



Es Julio del 2022 y están a punto de cumplirse mis primeros 10 años como sacerdotisa de la Diosa. Un camino que comencé mucho, mucho antes, llena de dudas pero también llena de esperanzas otra tarde de verano del año 2005. Aquel día, tras una visita a una tienda esotérica de mi ciudad, ya desaparecida, un libro llamado Cómo montarse en una escoba de plata, de la autora wiccana Silver RavenWolf, me fascinó con su preciosa introducción sobre un encuentro mágico con la diosa en los bosques, y se vino a casa conmigo para abrir para siempre a mi vida de par en par las puertas de la magia, de la devoción y de la Diosa.


Poco sabía entonces cuanta belleza, cuanta magia, cuantas alegrías y cuantas bendiciones iba a traer a mi vida la sabiduría que ese libro albergaba y cuantos caminos de conocimiento, autocuración y Amor iba a abrir en mi vida. Pero tampoco sabía a cuanta confusión, cuantas palabras airadas, cuanta toxicidad y cuanto desdén, odio e incluso batallas religiosas y laicas me iba a sentir expuesta justamente por haber encontrado mi gran camino espiritual en esta vida. La Diosa, el Dios y su devoción infinita. Empecemos por el mismo libro que me abrió los ojos a este mundo de conocimiento mágico: Montarse en una escoba de plata, de Silver RavenWolf. Cuando lo leí tenía exactamente 33 años y no era una lectora precisamente novata. Provengo de una familia de lectores voraces y empedernidos, fui una lectora precoz y allí donde otros niños tenía juguetes, yo siempre tuve libros. Tampoco era mi primer encuentro con la magia, que sucedió años antes, en 1993 cuando estudiaba (o intentaba practicar peor que mejor) budismo, así que el libro no me deslumbró, realmente. Es un libro correctamente escrito, pero dirigido a un público fundamentalmente juvenil entre el que yo ya no me encontraba, no es el cénit de la literatura universal, cierto, pero te atrapa de maneras que solo el que ha caído en brazos de la diosa puede entender... Silver te hace creer: Creer en que realmente podemos recuperar a la Diosa en estos tiempos modernos, que sigue estando cerca de nuestros corazones y, lo que es más importante, te introduce a rituales, objetos sagrados y una imprescindible disciplina que, por lo menos para mi, ha marcado el resto de mi vida y devoción religiosa. Pues bien, amigos: MAL. Por supuesto, yo no podía saberlo, pero en cuanto me lancé a las siempre procelosas aguas de internet "descubrí" que en ese libro TODO estaba mal. Que la autora era históricamente inexacta, que el texto estaba considerado manipulativo, que sus prácticas eran el acabose para los más puristas entre los paganos, que esto, que lo otro. Que lo de más allá. Mal, amigos, mal. Todos mis sentimientos, mis anhelos, mis deseos de aprender más, de compartir con otros, de seguir avanzando, de llegar hasta el sacerdocio, MAL. Porque el libro mismo era el Mal encuadernado. Qué haríamos sin la inquisición de internet, amigos. Obviamente, este no es un pensamiento único. Pero, durante décadas, la cancelación social a la autora pagana más vendida de la historia fue tal, tan fuerte, tan extendida, tan-tan, que hasta nuestros días, miles de interesados en la Diosa, devotos e incluso iniciados, se sorprenden cuando por primera vez se deciden a leer sus textos y comprueban, oh sorpresa, que son buenos. Muy buenos. Que son mesurados. Que puedes estar más o menos de acuerdo con ella, pero que no son nada de lo que habían leído sobre ellos. Silver hace muy, muy buen trabajo. Esta formada, cultivada y sabe bien de lo que habla, tras más de tres décadas como sacerdotisa wiccana. Te he explicado mi desconcierto total la primera vez que comencé a investigar, estudiar y, sobre todo, intentar COMPARTIR mis nuevas creencias, emociones y prácticas con otras personas, latiendo de emoción y ganas de encontrar on line alguien quién, como yo, estuviera adentrándose en este camino, tan transformador, que es la devoción a la Diosa -pobre de mi- como ejemplo porque es paradigmático de lo que ha sido para mi y es para miles de personas el choque brutal entre el sentir de la devoción privada y el encuentro con la opinión religiosa pública. Mal. Mal. MUY MAL. Lo que sientes, mal, lo que crees, mal, lo que practicas, mal. Mal. MAL.


No quiero que me malinterpretes. Cuando esto pasó yo era realmente una neófita, no tenía ni idea de nada y sabía que no tenía ni idea de nada y, lo que es peor, tampoco aprendí realmente nada al sumergirme en el panorama, la comunidad, en lo que quieras llamar a esa especie de tremenda inquisición digital moderna que es internet muchas veces. Sabía que no sabía nada y, precisamente, lo que quería era aprender. Sé que con el paso de las décadas, la actitud de muchos néofitos ha cambiado y se a trasladado justo al espectro contrario, que el "empoderamiento" de la brujería ha llevado a quién no sabe nada crea que lo sabe todo. Pero no te quiero hoy hablar de eso. No es que quiera decir para nada que por no caer en la inquisición digital se deba dar por buena cada barbaridad que el primer iluminado de turno eructe en una red social y quiera convertir en dogma. Pero este artículo no quiere ir por esos derroteros, de lo que trata ese artículo es de justo lo contrario. No hablar de lo que está mal, mal, mal, MAL. Si no de si no será posible que haya mucho más de lo que nos creemos que está realmente bien. Pero bien, bien, BIEN, y de que posiblemente deberíamos hablar más de ello. Yo solo soy una hija de la Diosa. He aprendido que tengo mucho que aprender de los que me precedieron. Que tengo mucha historia antigua que asimilar, muchas prácticas sagradas que contrastar, mucha vida que vivir, sentir y devocionar. Y que esto no es algo que pueda saltarme a la torera, no es algo que no tenga importancia, que mi experiencia no es más válida porque no soy un perfecto copo de nieve angelical. Pero también he aprendido que vivo en un mundo totalmente diferente al que vivieron mis ancestros y que, con mi devoción, con mi práctica, con la transmisión de aquello que voy aprendiendo, sintiendo y creando, también yo misma estoy cambiando aquello que fue y me fue legado y eso también cuenta... ¡Para mi! Me siento una con la Diosa frente a mi altar, en esta noche de verano, más allá de todo el ruido, las guerras religiosas (pues no son otra cosa), los dogmas absurdos y la necesidad de muchos de doblegar mis esfuerzos por aprender, mi sentir y mi devoción a lo que a ellos, personalmente, les gusta. Creo que el Camino de las Diosas es un camino de aprendizaje. De aprendizaje de lo que fue para nuestros ancestros, pero también de conexión con creatividad sagrada a través de la autognosis y de la canalización. Y sé bien que en esto no nos vamos a poner todos nunca de acuerdo. Para algunos, solo lo antiguo es válido, porque siempre fue así y así nos ha sido legado. Y sanseacabó y a callar. Para otros, lo importante son las palabras, como se llama a las cosas, las etiquetas que nos ponemos entre nosotros y no permitir que el que no se ajusta a nuestra etiqueta devocione, se exprese o, ya puestos, sencillamente respire. Porque patatas. Que otros sienten que las normas, las leyes universales, el conocimiento antiguo, o sencillamente que alguien les diga como hacer las cosas, les aplasta y que para estos lo único que cuenta es hacer lo que les salga del toto. Y chimpún amigos. Y que unos y otros dedican paladas de energías inimaginables a criticar, comentar, censurar y odiar profundamente lo que hacen los otros.


Durante muchos años, décadas de historia de internet ya, el paganismo/neopaganismo/brujería/wicca/llámalocomotuetiquetapreferidadiga ha sido sobre todo guerra religiosa, disfrazada de divulgación y concordia, aunque las intenciones hayan sido otras, y poco más amigos hemos legado para la historia venidera, sobre todo en la última década. Vale, también algunas etiquetas. En ocasiones, leyendo un artículo interesante en castellano sobre los dioses o prácticas antiguas, he buceado en el blog del autor para aprender y comprender cuales eran sus creencias y, la mayor parte de las veces, me he encontrado con etiquetas importantes, incluso con asociaciones religiosas de renombre, pero muy, muy poco sobre los fundamentos religiosos. Sobre el SENTIR. El DEVOCIONAR. Sobre LA DIOSA: Había demasiados artículos en el blog sobre lo que otros hacían mal, demasiado señalar a los otros con el dedo. Demasiados mal, mal, MAL. Y, la verdad, me hubiera gustado mucho más saber en profundidad sobre los bien. Porque, antes incluso de ser una hija de la Diosa, soy una Buscadora, como probablemente lo eres tú. Buscadora del Saber.


Todas estas décadas de internet ruidoso, de peleas, pullas, bullying... MUERTES, han cambiado sin que muchos nos demos cuenta las necesidades últimas de los Buscadores. Porque quizás la búsqueda de la sabiduría siempre fue un camino silencioso y muchos hemos acabado bastante hartos de tanto ruido y tan pocas nueces, lo cierto es que cada vez más, los Buscadores solo queremos encontrar espacios tranquilos para DEVOCIONAR. Y aprender a hacerlo con Pulcritud de Palabra, Rectitud de Alma y Firmeza de Corazón. Y la razón para ti y yastá. Quizás ya no se trate tanto de saber, y saberlo todo, o de tener o no tener la razón, sino de retomar la calma de los templos antiguos, donde el que había sido iniciado antes que tú se sentaba sobre la losa fría y, con todo el tiempo del mundo por delante, te regalaba una frase que, al paladearla, te removía cielo y tierra por dentro y lo cambiaba todo... al menos hasta la siguiente clase, y, juntos, encendíais una llama tenue entre las sombras del templo fresco y, con los brazos extendidos hacia la Diosa, entonabais bajito un cántico.


Un cántico que habla del Amor Divino, de los regalos que recibimos, y de la gratitud inmensa que nosotros, los hijos de las Diosa, sentimos hacia nuestra Gran Señora. Con permiso de nuestro Gran Señor, claro está. Puede que en esta década del siglo XXI, tras tanto ruido "pagano", este sea el territorio que realmente nos queda por reconquistar. Mucho Amor, Maeve Madrigal Sacerdotisa de la Diosa.



 


 

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