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LOS MISTERIOS ELEUSINOS DE TIKTOK



"Las trampas del demiurgo son hoy diferentes que las que sufrieron nuestros abuelos. Confundir conocimiento con datos, es igual de peligroso que confundir riqueza con dinero. Hasta el más desahogado de los hombres adinerados se acuesta solo por las noches, asustado, sin saber por qué está en este mundo y por qué ha de sufrir tanto".



Hola a todos, bienvenidos a La Tribu un día más, ¡espero que estés muy bien! En los últimos directos, mensajes e emails que he recibido, el tema de TikTok y sus "peligros" se repite cada vez con más frecuencia. En general, me cuesta no dejarme llevar por esas corrientes de pánico digital, porque con solo unos minutos de visionado, es fácil darse cuenta de cuántos datos falso, cuánta desinformación, cuánto ego desmedido y cuánta soledad despiadada rezuma esa red social. Como émpata, sumergirme en TikTok es una experiencia que prefiero evitar, porque las energías que percibo no pueden ser más diferentes que las imágenes y palabras que allí encuentro. No me malinterpretes, no me he tragado el palo de ninguna escoba: creo que la superficialidad y la banalidad son buenas, necesarias y divertidas, pero TikTok no es, obviamente, un lugar para espiritualidad. Ni para compartirla, ni para vivirla, ni para dejarse atrapar, lleno de la luz de los dioses, en ella. Entonces, ¿por qué TikTok se ha convertido en el nuevo pan en rebanadas del mundo espiritual?


¿De verdad lo ha hecho?


TikTok nació como Douyin en China, en el año 2016, de la mano de un joven emprendedor digital, Zhang Yimming, quién, después de lanzar un programa de reservas de viajes, fue captado rápidamente por Microsoft. Tampoco hay que irse tan lejos para encontrar la mano del señor Bernardo Puertas en la ecuación, ¿eh? Para la expansión internacional de la app, contrató a Kevin Mayer, exdirector de estrategia de Disney. Hasta aquí todo de lo más normal y de andar por casa. Intenta tú que uno de los hombres de negocios más poderosos del mundo te lleve el departamento de estrategia comercial de tu aplicación digital, claro que sí, guapi. Por si esto fuera poco, la app cuenta con el apoyo (pagado) de lobbistas de Washington. Si aún no conoces el término lobby, te aconsejo que eches un vistazo al enlace más arriba. Se te van a abrir los ojos como platos. TikTok tiene unos algoritmos de censura muy fuertes, que ejecuta con la misma indecencia que cualquier otra red social 2D, supuestamente para no ofender al gobierno comunista chino, pero no hay que olvidar que Zhang Yimming vive tranquilamente, con su familia y sus 16.200 millones de dólares, en Beijing. Un lugar donde cualquier persona puede desaparecer (legalmente), para nunca más volver, en un sistema que se utiliza para mantener controlada a la disidencia intelectual, política o económica, que, por si aún no te habías dado cuenta, eres tú, puñetero capitalista, pagano y liberal. ¡Qué maravilla poder grabar un buen tiktok de buena mañana, amigos! ¿En serio? En fin. No están bien las cabezas.



Pensar que el creador de TikTok no está relacionado, en convivencia o directamente interesado, en los mismos objetivos políticos o económicos que el país en el que vive (muy bien) es no querer entender que tu cámara, tus conversaciones, tus ideales, TUS MIEDOS Y TEMORES, tus actos íntimos, tus discusiones digitales, tus amistades y tus enemigos, y por qué lo son, están siendo digitalizados, compilados, estudiados y utilizados en tu contra con todo tipo de recursos psicológicos, tecnologías digitales y vibracionales, vía satélite, vía climática y vía política, con redes neuronales que, para que estés bien tranquilo, se siguen llamando algoritmos, porque IA tiene muy mala imagen. "Hola, amigos, hoy os voy a explicar en un minuto los misterios eleusinos, seguid el ritmo de mis caderas. Si llegamos a 23k likes, podréis descargar gratis mi curso de goetia. Ouh, yeah".



Si en algo hemos caído, es en el no ser conscientes de que estamos escribiendo historia y que somos valiosos, más allá de nuestro limitado tiempo y espacio. Nos llamamos espirituales, pero seguimos comportándonos como hombres y mujeres postmodernos, ateos y asustados, como si el tiempo que nos ha sido dado no tuviera valor ninguno y honrarlo no fuera honrar a los propios dioses. Nos llamamos creyentes, pero seguimos comportándonos como ateos, vendiendo literalmente nuestras almas y nuestro sagrado tiempo a cambio de un par de puñados de likes, que llenen el tremendo vacío que es nuestra existencia. ¿Notas el picor? Eso es que estás comiendo ajo. Al mismo tiempo, con la soberbia del descreído, nos sentimos invencibles, intocables, libres de demonios, de pecados y de tentaciones. Nada malo puede pasarnos porque "la información es libre", y no queremos caer en la cuenta de que ni es libre, ni es información, ni nos empodera, ni nos llena, ni nos sirve para librarnos de las cadenas del dolor, el miedo y la incertidumbre que conlleva el estar vivo, que siempre fue, precisamente, la intención primitiva de iniciarse en los Misterios. Misterios que, te aseguro, tardaremos mucho más en comprender que 1 minuto de tiktok y, probablemente, nos llevarán a todos nosotros toda nuestra vida humana siquiera llegar a encontrar... si es que conseguimos hacerlo.



Decimos creer en los dioses, pero no confiamos en que Ellos hagan llegar hasta nosotros lo que necesitamos saber, cuándo sea el momento. Detrás de esa búsqueda desesperada de datos hay auténtico miedo a que "todo esto" sea falso, una ilusión de nuestra mente. Decimos que somos espirituales, pero nos negamos a creer que las fuerzas del mal existen, son reales, nos quieren derrotar y nos derrotan cada día, porque eso sería rendirse a la evidencia de que no tenemos poder ninguno, y que estamos en manos de seres mucho más avanzados que nosotros. Créeme, ningún perfil de Instagram te abrazará por las noches, ningún TikTok te abrirá las puertas de tu corazón a soltar y rendirte en la fe, ningún youtuber tiene el hechizo perfecto que solucione tu vida y te quite todos los miedos. El Dios y La Diosa están siempre por encima, lo estuvieron y lo estarán cuando ya no estemos. Y solo Ellos.



Pero antaño, mucho antes de que quedaran testimonios escritos, hubo un Camino. El Camino de los Misterios. Concedido por los propios dioses, para liberar a los seres humanos de la maldad y los demonios: Teon de Esmirna, en su obra Mathematica, decía que [los seres humanos] una vez iniciados en estos misterios, quedábamos libres de las excitaciones de los demonios que nos asaltaban periódicamente. También a causa de esta divina iniciación, nos convertíamos en espectadores de sencillas, inmóviles y benditas visiones, que aparecían en una luz pura [de los dioses].



La posibilidad de ver a los dioses. OMG.



Muchos de vosotros, devotos de Hécate a través del Rito de sus fuegos sagrados de Sorita D´Este o a través de la Sunthêmata de Tribu Mamáluna, habéis contado como la diosa se os ha hecho presente: Que la habéis visto en cuerpo físico, que la habéis sentido con vuestras manos... son reminiscencias de los misterios olvidados. Porque los pasos pueden haber sido ocultados, destruidos por el paso del tiempo y por el mal hacer de la Iglesia, pero no por ello los dioses han desaparecido. Diodoro, Sículo, Herodoto y Sanchonianthon el fenicio, decían que el origen de estos Misterios se pierde en la noche de los tiempos y se remonta a millares de años, probablemente antes de la época histórica. Hoy parece que todo eso no tuviera importancia y tenemos la soberbia de pensar que en cuatro vídeos de 60 segundos fuéramos a abarcar lo que a los sabios antiguos les costó toda una vida de investigación y de sacrificio recuperar de la memoria del tiempo. Pero no te creas que este fenómeno de ignorar lo antiguo y creerse en posesión de la verdad es nuevo. Ya le afeaba Helena Blavatsky a sus contemporáneos en Isis sin velo el ignorar las dificultades de iniciarse en los misterios de la magia diciendo: Cuando hombres de la notoria moralidad de Pitágoras, Platón y Lámblico tomaron parte de los Misterios y hablaban de ellos con veneración, hacen mal los modernos críticos en juzgarlos tan solo por las apariencias.


Está claro que en todas las épocas ha habido Antonios David Palanganos que se han creído más inteligentes y sabios que Platón (o que Doreen Valiente, guiño, guiño, codazo, codazo) y que se han creído con autoridad para quitar importancia de un plumazo el trabajo intelectual de los monstruos de la filosofía, nuestros padres. Los Maestros. No hay fe, no hay creencias y, desde luego, no hay sabiduría ninguna en creerse uno el ombligo del mundo, cuando no se sabe hacer la O con un canuto. En fin. Consejos vendo, que para mi no tengo.


Pero tampoco se trata de eso. Como tantas veces nos ocurre, nos estamos centrando en el tema equivocado. Allá el padre o la madre que deje solo a sus hijos en manos del partido comunista chino. Ya llorarán lágrimas de cocodrilo cuando se les vayan de las manos. Allá el que, en vez de cultivarse por dentro, e intentar con todas sus fuerzas ser luz en la oscuridad para otros, se empeñe en gastar sus días divinos a la búsqueda de likes y dopamina. Ya llorarán cuando la muerte, que a todos nos iguala, llegue, y miren hacia atrás con desesperación por el tiempo perdido. No se trata de eso. Se trata de que un día, un día nada lejano, nosotros también seremos ancestros. Y que la vida digital va muy deprisa. Te pongo un ejemplo. Millones de personas dedicamos casi una década de nuestras vidas a plasmar lo que sabíamos, lo que sentíamos, y a dejar constancia por escrito de los acontecimientos de los tiempos que vivimos, en millones de blogs en Blogger. Hasta hace muy pocos años, en una búsqueda sencilla, podías encontrar la experiencia, sabiduría y cercanía de personas reales sobre cualquier tema que te preocupara, te interesara o necesitaras conocer. Nada de influencers. Sólo seres humanos. Todo ese conocimiento hoy ha desaparecido. Los blogs suponían un peligro para Google, que veía como las personas compartíamos información libre, íntima y plena, y no elegíamos a sus anunciantes, amigos y partners in crime. Así que eliminó los blogs de las búsquedas de Google. Finito, the end. Ya no están. Mientras nos preocupamos y nos hacemos cruces por la "desinformación" esotérica en TikTok, se nos pasa lo importante. Y es que lo que se dice, lo que se cuenta, lo que se comparte allí tiene la misma importancia real que Hombres y Mujeres y Viceversa. NADA. Todos ellos venden su alma energética y literalmente y, mientras, los Misterios siguen ocultos. Llegará un día en que todo Tiktok desaparezca, por las buenas o por las malas, WWGOWGA, y nada quede de ello, excepto la contaminación en las mentes y en las almas de aquellos que se vendieron allí por unos likes. Porque cuidar tu mente y tu alma es responsabilidad tuya. Y de nadie más. Es tu trabajo sagrado. Es tu obligación divina.


Comparte. Comparte tu verdad, no la de otros. No los textos de otros, las ideas de otros, las fotos de otros. Comparte lo que te hace único. Comparte todo lo que puedas. No te preocupes tanto porque tu blog solo tenga 10 visitas, o a tu página solo lleguen las mismas 100 personas, semana tras semana. Algún día, no muy lejano, lo que quedará será lo que has compartido. De tu experiencia, de tus vivencias, de tus sentires mientras seguías el camino. Eso es lo que quedará para los tiempos venideros. Escribe. Escribe mucho. Apoya. Apoya con fuerza a las personas en las que creas. No porque te bailen el agua o porque te parezcan bellas, sino porque te parezcan valiosas. Porque enseñan su camino. Porque se esfuerzan.


Hoy quiero proponerte un libro viejo. Uno que ha perdurado, uno que no podrás leer ni entender en 1 minuto. Uno que seguirá allí cuando todos los niños de TikTok, después de años de seguir indicaciones equivocadas, acaben en el psiquiátrico. Para que, en vez de escandalizarnos por lo que hacen los demás, nos preocupemos por hacer nuestro trabajo, ese que nos acerca a los dioses, que nos alimenta el Alma, le da sentido a todo, nos acerca a los Misterios, a VER a los dioses. A ser el ser humano que estamos llamados a ser.


El libro se llama La Doctrina Secreta de Helena Blavatsky. Cuando lo hayas leído, estoy segura de que entenderás mejor lo que te he querido contar hoy. Y, cuando dentro de dos o tres semanas, los Antonio David Palanganos del mundo estén haciendo tiktoks sobre Blavatsky, o regalando cursos de tres días sobre teosofía, o haciendo vídeos indignados hablando de lo unida que está la comunidad pagana, (siempre y cuando nadie les lleve la contraria, que entonces no es la comunidad, sino de la toxicidad que no les deja brillar) y se les siga dejando tener la razón en todo, que es nada, tú te sonrías. Y apagues el móvil. En silencio, con un té y buena música. Y te dejes mecer por las palabras de Sócrates, de Homero y de Eurípides, sintiendo con tus manos desnudas el manto de la Diosa entre los dedos. Con el vello de tus brazos erizado de emoción contenida.

Volviendo a traer a este mundo los Misterios.

Deméter,

Perséfone,

Hécate,

nos esforzamos en volver a ser vuestros hijos.

Bendecidnos en vuestro camino.






La obra pictórica es de Sir Alma-Tadema. El resto de imágenes, llevan sus autores impresos en la propia imagen.



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