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PAGANISMO EVOLUCIONISTA

LA BIBLIOTECA DE LA ISLA DE EEA (IX): LOS RITOS DE PASOS Y SU SIMBOLOGÍA MÁGICA EN LA ANTIGUA ROMA.


Muy buenas mis queridos tribalistas, aquí, vuestra servidora Circe charlando un ratito con vosotros desde la Isla de Eea. Hoy os traigo una entrada muy especial, porque no hay nada más característico de una cultura que sus Ritos de Paso, y, además, al pertenecer sobre todo al ámbito privado, como veremos más adelante, están cargados de una gran tradición y simbología mágica. Antes nada hay que definir qué son estos ritos. El etnógrafo y folclorista Arnold van Gennep (1873 - 1957) los definió como aquellas ceremonias que aseguraban el tranquilo abandono de un estatus vital para pasar de forma exitosa al siguiente. Este paso se daba en tres fases:

- La fase de separación, en la que el individuo quedaba separado de su estado inicial.

- La fase liminal, donde se encontraba en un terreno marginal, entre dos aguas, lo cual suponía un peligro y riesgo.

- La fase de integración, que suponía la entrada en su nueva condición.


Así que, estas ceremonias cumplían dos funciones, proteger de los peligros que suponían atravesar ese espacio liminal y asegurar la prosperidad en el nivel siguiente. Hechas las pertinentes aclaraciones, dejémonos de introducciones y vistámonos con nuestras mejores galas para sumergirnos en las costumbres más antiguas de Roma: los Ritos de Paso.



Venga, vamos, que estamos con el hype por las nubes

Para que esta entrada no se haga muy pesada, ya sabéis que mi intención en no aburriros, me voy a centrar en dos de los ritos más importantes: el matrimonio, gran celebración para la pareja y su familia pero donde toda la atención cae en la novia, y en el paso a la edad adulta de los hombres, porque sí, queridos, teníais un rito de paso específico en la sociedad romana, y ya es hora de que a vosotros también se os de la importancia que merecéis.



Gracias Circe por acordarte de nosotros

Para los hombres, el paso de la niñez a la edad adulta se daba entre los 14 y 17 años y era el padre quien dictaminaba cuándo su hijo podía ser considerado adulto y, por lo tanto, ciudadano de pleno derecho. El rito de paso tenía lugar durante la fiesta de las Liberalias, una de las más importantes del mes de marzo. Ya hablaremos en un futuro de las fiestas romanas y de su particular "rueda del año". Bueno, ese día, el 17 de marzo, comenzaba con una ceremonia en el ámbito privado, como suele ser habitual, puesto que los cultos domésticos eran fundamentales para la sociedad de la Roma Antigua, la cual consistía en la ofrenda de las vestimentas infantiles, la bulla y la toga praetexta, a los Lares y dioses de la familia. Es decir, el joven se desprendía de aquello que lo catalogaba públicamente como niño para tomar la toga viril, propia del hombre adulto, se cortaba el cabello y se podía dejar barba. Después, acompañado de su familia, iba al Capitolio para apuntarse en la lista que servía para llamar a los soldados en defensa de la patria. No hace falta añadir que este rito era motivo de celebración, no sólo para festejar que el hijo había adquirido la madurez suficiente para ser un ciudadano honorable, sino también porque implicaba la madurez sexual, puesto que ya podía contraer matrimonio y, en consecuencia, convertirse en pater familias y transmitir el linaje familiar a la siguiente generación. Pero, lo más interesante es la fecha en la que tenía lugar este rito de paso, las Liberalias. Estas fiestas estaban dedicadas al dios Liber, un dios etrusco que fue identificado más tarde con Dionisio - Baco. Sí, nuestro querido Dionisio una vez más. Mi gran amigo Ovidio relata la explicación de esta dedicación en sus Fastos:


Dionisio, representado como joven efebo, junto a la personificación del vino.

Copia romana, 150 - 200 d. C. British Museum, Londres

"Me resta descubrir por qué se da a los niños la toga de la libertad en tu día, Baco refulgente. Será, bien porque tú pareces siempre un niño o un joven, y tu edad es intermedia entre el uno y el otro, o bien porque tú eres padre, y los padres encomiendan a sus hijos, sus prendas queridas, a tu cuidado y protección. O bien porque eres Liber se echa mano también en tu nombre de un vestido de libertad y se emprende el camino de una vida más libre"

Ovidio, Fastos, III.

Si recordáis la entrada de Dionisio, veréis que tiene todo el sentido que el rito de paso de los hombres esté regido por este dios. En primer lugar, porque es una deidad liminal, lo que hace de él un protector ideal para el tránsito de un estadio vital a otro, y, en segundo, porque Dionisio es el dios de la fertilidad y libido masculinas, y el hombre romano tenía como principal obligación tener descendencia. Así pues, vemos que por un lado, el joven ofrecía sus vestimentas de niño a los Lares y espíritus familiares para pedir protección y prosperidad en su nueva etapa, y, por otro, se encomendaba a Dionisio para que éste le proporcionara fertilidad a la hora de fundar su propia familia. De hecho, cuando el joven se encaminaba al Capitolio, además de la toga viril llevaba también un fascinus, un falo, que era el emblema sagrado de la procreación. Como podéis comprobar, los hombres no estaban excluidos de los ritos de paso individuales, todo lo contrario, eran de vital importancia para ser considerados ciudadanos de pleno derecho.



Amuletos galorromanos con forma fálica.

Museo Saint-Remi, Reims.



Pero, sin duda, si había un Rito de Paso fundamental era el matrimonio, porque suponía la fundación de una nueva familia, la unidad básica e indispensable de la sociedad romana. Si bien era uno de los acontecimientos más celebrados, el protagonismo recaía en la figura de la novia. Vamos por partes, que aquí hay mucha tela que cortar. Los esponsales eran rituales muy, muy complejos con una abundante simbología mágica. Para empezar estaba la fijación de la fecha que, obviamente, debía ser lo más propicia posible. Además de recomendar siempre la consulta a un augur o adivino, había ciertos días en los que se desaconsejaba casarse, como las fiestas dedicadas a los difuntos, a los rituales de purificación y a la diosa Vesta. Por contra, las Cerealias y las Floralias eran las más adecuadas, las cuales tenían lugar durante el mes de abril. Ambas eran dos fastos muy relevantes, pero lo que nos interesa. ¿Por qué las Cerealias y las Floralias?. Primero porque tenían lugar durante el mes dedicado a Venus y, segundo, porque estaban dedicadas a las fertilidad y procreación.


Como veis, magia simpática a tope de power

Una vez establecido el día, comenzaban los preparativos. La noche anterior, la novia consagraba sus juguetes y vestidos de niña a los Lares y los Penates de su casa, es decir, a los espíritus familiares, y a deidades como Juno, protectora de los matrimonios, Venus y Fortuna Virginalis. Al día siguiente, la futura esposa estará acompañada siempre por la madrina, llamada pronuba, que debía ser una mujer que sólo se hubiera casado una vez, y que la ayudará a vestirse y guiará en las diferentes partes de los esponsales. Vamos a detenernos en la vestimenta, que es una auténtica fantasía. La novia lleva una túnica blanca hasta los pies, símbolo de la pureza ritual, ceñida con un nudo especial, el nudo de Hércules, talismán protector que favorece el amor y la fertilidad, y finalmente iba cubierta con un velo de color amarillo rojizo, el flamenum, que representa el fuego del hogar. Es decir, la mujer se vestía siguiendo una clara simbología mágica destinada a favorecer la entrada en su nuevo estatus social. Y luego tenemos el peinado... agarraos, que vienen curvas. Si había un rasgo que distinguía a una mujer casada de una soltera era el pelo, puesto que las primeras siempre lo llevaban recogido. Vemos algo parecido en los hombres, los niños y adolescentes lo podían llevar largo pero en el momento que tomaban la toga viril debían cortárselo. Pues bien, el peinado de la novia romana estaba a caballo entre el pelo suelto y recogido, puesto que durante los esponsales ella camina por un estado liminal, no es ni una cosa ni la otra. La madrina peinaba la melena, haciendo 6 trenzas usando una aguja en forma de punta de lanza, llamada hasta cailibaris (punta de castidad). Dichas trenzas se agrupaban en tres grupos de dos trenzas cada uno y se dejaban sueltas. Bueno, bueno, bueno. Lo primero el uso de la numerología: el 3 era el número mágico usado por los romanos para los exorcismos, mientras el 6 era el de la protección y el hogar... ¿Cómo os quedáis? El peinado tenía como fin exorcizar y purificar pero también la protección de la esposa. Esto cobra más sentido si recordamos el instrumento que usa la madrina para peinarla, la punta de lanza. Frazer opina que era un objeto apotropaico, que protegía del mal, relacionado con las diosas guerreras protectoras de las mujeres como Diana, Atenea o Juno Curitis, pero también la unión de los esposos.


WOOOOOOOW... pero qué nos estás contando

Los esponsales comenzaban en la casa de la novia, engalanada con guirnaldas del flores, donde el padre hacía un sacrificio a los dioses familiares y a los antepasados. Después se firmaban las capitulaciones matrimoniales y la madrina (¡Ojo!) unía las manos de los esposos, metiéndolas por debajo del velo y poniendo una sobre la otra. Junto a los novios se colocaban tres niños sosteniendo una antorcha con el fin de propiciar la descendencia del nuevo matrimonio. La ceremonia en casa de la novia finalizaba con las súplicas a diosas protectoras como Juno, Venus y Diana, a deidades de la Tierra, como Ceres, y a los Lares. Acto seguido se simulaba el rapto de la novia, una costumbre ligada a uno de los mitos fundacionales de Roma, el rapto de las sabinas, las primeras esposas de los romanos.

Jacques-Louis David, El rapto de las sabinas (1799)

Museo del Louvre, París.

Ahora, un cortejo nupcial acompañaba a la novia a su nueva casa, la de su marido. Los tres niños van con ella llevando un huso y una rueca, representaciones clásicas de las tareas domésticas, y una antorcha de espino albar ¡Qué maravilla! El espino albar no sólo es un árbol sagrado dedicado a la diosa, sino que su uso mágico principal era favorecer la fertilidad. Vamos, que la novia en su tránsito físico hacia el nuevo hogar va protegida por los símbolos de su próximo estado civil. Una vez llegaba a la casa de su esposo, los familiares les arrojaban nueces (fertilidad y procreación), la pareja ungía los goznes de las puertas con aceite, consagrando así el nuevo hogar y, finalmente, el novio cogía a su esposa en brazos para cruzar la puerta... Sí, queridos, esa imagen que todos hemos visto por activa y por pasiva, del hombre entrando a la casa con su esposa en brazos viene de Roma.



Cómo se lo montaban los romanos...

Una vez dentro, la novia se presentaba a los dioses de la familia y hacía tres ofrendas: una dedicada a su marido, otra dedicada a los Lares y una última a los Lares Compitales, que eran los protectores de los barrios. La jornada terminaba con la madrina acompañando a la pareja al tálamo nupcial. Al día siguiente, la mujer, ya vestida como señora de la casa, hacía otra ofrenda a los Espíritus Familiares, recibía regalos de su esposo y se celebraba una gran banquete.


Como habéis podido comprobar, la simbología mágica iba destinada por un lado a la protección de la pareja y del individuo, puesto que el propio rito se consideraba un estado liminal en sí mismo, en el que se podía estar desprotegido, y, por otro, a buscar el favor y la prosperidad de los espíritus familiares y de las deidades. Desde la vestimenta, el peinado, los utensilios hasta los elementos rituales, todos están estrechamente vinculados con la fertilidad y la procreación, pero también con la purificación y la defensa. Tan importantes eran estos ritos que incluso perduraron en los primeros siglos del cristianismo, así que os podéis hacer una idea de su larga tradición. Supongo que os habrá llamado la atención no encontrar referencias a ningún sacerdote o sacerdotisa ¿Por qué? Porque directamente no intervenían. Estos ritos pertenecían a los cultos domésticos, a la vida familiar y privada, por lo que son los propios individuos quienes los ejecutan, no hacía falta la intervención de un sacerdote para bendecir la unión de una pareja o para la presentación del joven como hombre adulto. Os lo he comentado en alguna ocasión, la clase sacerdotal interviene en los cultos públicos y oficiales, sólo si la pareja o el joven tenían una buena posición económica, podían pagar un sacrificio u ofrenda para una deidad concreta, pero, como digo, esto era propio de la gente adinerada; sólo ellos podían comprar un animal y pagar los servicios de un sacerdote. Con independencia del estamento social, estos Ritos de Paso eran un momento de celebración, de alegría, ideal para disfrutarlo con la gente más preciada, no olvidemos eso, lo más importante era el momento íntimo no la exposición pública.


Espero que hayáis disfrutado de esta entrada tanto como yo en escribirla, no me digáis que no es una auténtica fantasía descubrir prácticas mágicas que son al mismo tiempo sencillas y efectivas. Tradiciones y rituales que forman parte de nuestro legado, recordadlo siempre. Poco más puedo añadir, así que vuestra servidora Circe se despide de todos vosotros y os manda mucho amor desde la isla de Eea.



Mr. Darcy ¿Quieres casarte con nosotras?

Bibliografía:

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Créditos miniatura:

Boda de Baco y Ariadna. Sarcófago "El Triunfo de Baco", siglo III d. C. Museo Galorromano de Lyon-Fourvière.


Imágenes usadas al amparo del "uso permitido según el artículo 17 de la Ley Europea".


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Sobre la autora

Soror Cane

Maeve Madrigal (Soror Cane) es Sacerdotisa de la Diosa desde 2012 y ha dedicado su trayectoria profesional a la divulgación de la Antigua Religión Europea desde una perspectiva evolucionista. Sus producciones audiovisuales, artículos y entrevistas, suman millones de visualizaciones en redes sociales. Con más de 30 años de práctica esotérica a sus espaldas, enseña, guía y oficia en El Camino de Las Diosas En Servicio. Maeve pertenece al Covenant of Hekate y al Temple of Nvit-Isis, es formadora profesional en Autodefensa Psíquica, tarotista y especialista en búsqueda de Misión de Vida.

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